Gacela inesperada
No surgiste
entre dos luces
de un río
No me sedujiste
con una fuente llena de oro
No te vi llegar
con tus pezuñas de cabra
Digámoslo
caíste del cielo
Me das la mano
lo que en verdad es darla
Y tú sabes hasta dónde
irá la mía
Primero acometerá
a nuca satinada
Descenderá para alejarse
entre montes y valles
Después se dirigirá
hacia la perla flotante
vivaque de tus delicias
Cuando tomo
la iniciativa
no hago más que obedecer
Entonces, díctame
Tu sabes que soy
un buen escriba
¿Cansarme
yo
rezongar de la tarea divina?
Soy un forzado
que pide más
Nunca me he inclinado
delante de ningún poder
Delante de ti
sí
oh soberana mía
Sin abluciones
hago mi plegaria
completamente desnudo
Y me parece
que al cielo le agrada
No importa la edad
en el amor
todos somos
debutantes
En los frutos del cuerpo
todo es bueno
La piel
el jugo
la carne
Incluso los huesos
son deliciosos
Aquel que nunca
haya gustado lo prohibido
que me arroje
la primera manzana
Miserables hipócritas
que suben a la cama
con el pie derecho
e invocan el nombre de Dios
antes de copular
De la puerta
que da al placer
no conocerán
más que el agujero ciego
de la cerradura
Cuando los teólogos
enturbanados o no
se meten con el sexo
eso
me corta el apetito
Me cuesta leer
los tratados de erotología
Me aburre la gimnasia
Si el amor
no fuera
creación
obra personal
hubiera abandonado su escuela
Tu musgo
reconoce mi árbol
Mi árbol
se pierde en tu bosque
Tu bosque sostiene mi cielo
Mi cielo te restituye tus estrellas
Tus estrellas caen en mi océano
Mi océano mece tu barca
Tu barca alcanza mi ribera
Mi ribera es tu país
Tu país me subyuga
y yo olvido entonces mi país
Los Frutos del cuerpo
Traducido por Leandro Calle